viernes, 14 de octubre de 2011

Verano

Son las doce horas, un minuto y quince segundos.

El reloj de la cocina latía en la mañana de verano. Las cortinas jugaban al pilla-pilla con la brisa caprichosa y la claridad de la ventana. Pan con nata, leche fría y cacao en polvo. Los pies en el fresco suelo y el corazón a la sombra de sus males.

Son las doce horas, un minuto y dieciséis segundos.

El ventilador del ordenador resonaba cual motor de la noche abochornada. Las letras avanzaban y reculaban cual mosca embobada. Papeles con tachones, café frío y el cuerpo hecho polvo. Los pies sudados y el corazón… A la luz de sus recuerdos.