Pícara,
una sonrisa se perfilaba débilmente en su gesto. Era gracioso ver como el
armadillo escapaba de los brazos de Morfeo para escribir sus sueños develados.
Bichejo extraño donde los haya.
Lo
pensó varias veces y decidió dejar su huella fría sobre el abismo de
comentarios vacíos.
Y hecho
esto, se fue, agradeciendo haber encontrado que el otoño palpitaba entre los
párrafos; feliz, de haber descansado de una tarde de escritos científicos en
inglés, de entonaciones francesas.
La
lluvia empapó el rastro, de aquel ser de sangre fría. Y si vuelve o no vuelve dependerá del destino.
Publicado en 2008 como comentario aquí.